lunes, 7 de febrero de 2011

Despertar.

Los olores son los estímulos que con más fuerza nos traen recuerdos. Por un instante, crees haber vuelto a oler algo que llevabas tiempo sin percibir.

Por un momento, lo he olido yo, y me he trasladado a algún sitio de algún lugar muy diferente al cual me encuentro ahora.

Es un sitio tan sumamente oscuro que me noto engullida por la nada, pero huelo; huelo algo familiar y eso significa que estoy en algún sitio real porque los olores no se inventan. Creo que estoy tumbada, y me giro a la izquierda para topar con una pared que es fría, pero no es de metal...

No me veo ni las manos.

Por alguna extraña razón, me siento agobiada, sudo y estoy muy acalorada, angustiada...y al alargar mi mano hacia la derecha noto algo caliente. Quemando, más bien, y que responde a mi mano con un quejido en forma una respiración. Puede que sea la fuente de calor que me produce esa sensación de burbuja, encierro y bochorno.

Un algo, ¿un qué? Una presencia que por un momento no sé identificar porque en estas situaciones no acostumbra a acompañarme, pero que tan solo oliendo y tocando sé atribuirle identidad: para mí es un hombre de negro; EL Hombre de negro. Así le conozco yo.

Vuelvo a abrir los ojos, y ya veo algo de luz, y lo que veo es algo más diferente. El Hombre de Negro tiene matices grises y blancos; colores cuyo contraste no desentona sino que completan una imagen perfecta. Ese color es el color de la sabiduría que te ha dado el tiempo. Durante un buen rato le observo, intentando adentrarme en él y contagiarme de sus pensamientos, su blanco y su gris, su negro, y casi me atrevo a tocarle; pero siento que estoy violando un lugar que no me pertenece, y arrepentida cierro los ojos y dejo pasar el tiempo, volviendo a mis recelos, porque el Hombre de Negro a veces me crea dudas y desconfianzas. Por eso prefiero cerrar mis ojos y abandonarme.

Esta vez que vuelvo a abrir los ojos, no es para ver al Hombre de Negro sumido en la inconsciencia, sino que ha sido él quien me ha visto volver de ella. No existe sentimiento alguno equiparable a este momento.

¿Cuánto tiempo ha sido el que ha estado observándome? ¿Estaba intentando entrar en mí como lo hice yo antes? Pero es un pensamiento que tras nacer se desvanece. Da igual si lo ha hecho, da igual si lo he hecho, da igual cuánto tiempo ha pasado, y da igual qué angustia haya existido durante horas esperando este momento.
Compartir este empezar a la par es algo nuevo para mí, y en este momento me siento plena y con ello me alimentaría cien años, con este olor que ahora está en mí...

Como he dicho, el olor del Hombre de Negro no me lo he inventado, existe, aunque ya no me pertenezca. Y tan pronto como me he visto viajando con él hacia su causa de existencia me veo perdida en una luz que no soporto, esto sí es la nada y no lo soporto. No existen olores, ni negros, ni blancos ni grises sobre negros...es esta condenada NADA inolora.

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