domingo, 13 de febrero de 2011

No me reconozco.

No me reconozco.
Ni con los demás, ni ante el espejo, ni en mis estudios...
Y qué rabia. Qué rabia bullendo por dentro. Cuán engañada me siento...

¿Qué hay que hacer en tal caso?

Nunca me he encontrado tan cerrada en mí misma. Nunca ha sido tal la indiferencia que tengo ahora mismo por todo.

¿Miedo...de alguien?
No.

Miedo de mí misma. Sólo me tengo a mí y no soy la mejor compañía.
¿Qué es capaz de hacer alguien que no se importa?
Pues eso, que mejor ni pensarlo.


Hoy me he hecho un tatuaje que simula un mordisco de vampiro en el cuello. Es antiestético; no me lo han hecho como yo quería y ahora parece de todo menos una herida por colmillos. Está demás decir que me lo pienso quitar enseguida.
Así que si un vampiro, pese a que es una figura literaria que siempre he admirado, me diera la opción de vivir eternamente, diría que NO. Ahora entiendo la carga que debería sufrir alguno de ellos por tener que vivir eternamente obligado...

"Voy a darte la oportunidad de elegir que yo no tuve". Yo tampoco elegí vivir.
Lo siento Lestat, ya no podré acompañarte.

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