jueves, 5 de mayo de 2011

Cruce de caminos.


Quiero pensar que tras tanta decadencia sólo se puede subir, mejorar o cambiar a algo distinto, y desde hace mucho tiempo vengo sintiendo lo mismo. La sensación de estar en el umbral de algo nuevo, algo que me concierne a mí, como persona rayando la madurez, y que tanto esfuerzo y resistencia no traerá mañana otra cosa sino beneficios.

Comienzo a entender la expresión "hacer de tripas corazón", y tragarse muchas penas para poder ver hacia delante, sea como sea, y he aprendido a trocar lágrimas por una sonrisa fingida. Las lágrimas o el malestar con una felicidad aparente se transforman en normalidad, y aunque sea por un momento me equilibran. Lo tomaré como método, y dado que estando en soledad no es algo que tenga sentido, tendré que ponerlo a prueba delante de la gente de mi entorno, y esperar a que con el tiempo sea capaz de creerme e integrar por completo ese optimismo.

Por lo tanto en estos días venideros en los que estaré sola en casa se me plantean distintas opciones:

- Estar sola y no salir, dedicando el tiempo a mis tareas y concentrándome en mí misma, evaluando y analizando, e ir al cine, a pasear por Madrid o a un museo tranquilamente.
- Salir de fiesta, y seguir con la dinámica de estos meses atrás para perder la cabeza y abandonarme.

Ambas suponen algún esfuerzo de algún tipo: tengo miedo de quedarme sola en casa en estos momentos, porque no tengo peor enemigo que yo misma y puedo hundirme más, o puedo optar por salir y vivir la noche como si nada ocurriera y depender de sustancias que me "distraigan". Me atrae más la primera opción, sinceramente, y creo que está casi decidido. No me conviene distraerme con fiestas; puedo cometer muchas insensateces.
Supongo que será cuestión de ver cómo amanezco mañana, si es que amanezco, puesto que nunca sé si voy a dormir (ahora sí necesitaría ciertas sustancias que me indujeran al sueño, vaya).

Y para finalizar, un poema. Creo que lo he compartido en todas mis redes sociales y demás sitios donde tengo un hueco, pero a colación con el tema de la vida y hacia dónde nos lleva, me parece un buen final.

Κωνσταντίνος Πέτρου Καβάφης (Konstantínos Kaváfis). 

ÍTACA. 

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca 
debes rogar que el viaje sea largo, 
lleno de peripecias, lleno de experiencias. 
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes, 
ni la cólera del airado Poseidón. 
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta 
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita 
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo. 
Los lestrigones y los cíclopes 

y el feroz Posidón no podrán encontrarte 
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma, 
si tu alma no los conjura ante ti. 


Debes rogar que el viaje sea largo, 
que sean muchos los días de verano; 
que te vean arribar con gozo, alegremente, 
a puertos que tú antes ignorabas. 
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia, 
y comprar unas bellas mercancías: 
madreperlas, coral, ébano, y ámbar, 
y perfumes placenteros de mil clases. 
Acude a muchas ciudades del Egipto 
para aprender, y aprender de quienes saben. 
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca: 
llegar allí, he aquí tu destino. 

Mas no hagas con prisas tu camino; 
mejor será que dure muchos años, 
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla, 
rico de cuanto habrás ganado en el camino. 
No has de esperar que Ítaca te enriquezca: 
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje. 
Sin ellas, jamás habrías partido; 
mas no tiene otra cosa que ofrecerte. 
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado. 


Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia, 
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

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