Una brújula siempre señala al norte. Aunque a veces lo pierda y la aguja, desorientada, se mueva como un péndulo de un lado a otro, tras un breve tiempo vuelve a marcar lo mismo, hacia el mismo lugar.
Ir al norte es el camino que se espera, que esperan todos.
Pues bien, no sé dónde está ese camino, y el objeto de mi viaje es inexistente. Sólo yo seré capaz de verlo...cuando la desidia me deseche como compañera, dado que está visto que yo no soy capaz de desterrarla.
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