Medievalmente: tras sufrir varios destierros, he fundado un nuevo reino donde yo gobierno, produzco y me autoabastezco. De vez en cuando tengo que ir a la feria anual en la fortaleza de al lado para completar mi almacén, pero al fin y al cabo, en mi gran salón mi soledad no es capaz de envenenarme ni perjudicarme.
Para tener a alguien al lado así, prefiero:
Sola en mi trono
¿Por qué será que me veo en masculino? ¡Vaya!
Traducción a la lengua común del siglo XXI:
Según la R.A.E, si introducimos "desarraigado" nos devuelve la siguiente acepción:
1. adj. Dicho de una persona: Que ha perdido los vínculos afectivos o culturales con su país, familia, etc. U. t. c. s.
Y yo me pregunto, ¿qué ocurre con aquellas que no han sido arrancados de su "hábitat" porque desde el principio NO han tenido NINGUNO?
Reflexionando sobre esto llegué a la conclusión de que puede ser una sensación de extrañeza típica que aparece tras una ruptura sentimental. En mi caso no de pareja, sino sentimental porque un compañero dejó de serlo. Pero no. Digamos que eso está prácticamente superado, que los ecos del
Hombre de Negro no resuenan como antes, no es por sí solo un recuerdo doloroso, quizás sienta una pizca de nostalgia.
Sí, ¿por qué seré tan tremendamente nostálgica y me cuesta tanto superar los cambios? Tengo nostalgia de mi antigua amiga metamórfica con la que pasaba todos los viernes durante el fin del colegio y todo el instituto; tengo nostalgia de las tardes en el Alhama y el paseo Sol-Templo de Debod; nostalgia de los días de feria con, otra vez, la amiga metamórfica...
Ese césped tan cómodo para tumbarse...
Y es que conozco a mucha gente; en todos los ámbitos hay alguien a quien tenga cariño y con los que puedo quedar cada cierto tiempo. ¿Quieres fiesta? Llama a tal; ¿quieres una tarde de cine? Llama a tal; ¿quieres estar en el parque tranquilamente tumbada en el césped o jugar al rol? Llama a tal; ¿quieres ir a un bar del pueblo? Llama a tal...es decir, que tengo donde elegir.
¿Entonces, qué demonios ocurre?
Que no soporto hacer siempre un tipo de plan. Tengo muchos matices, hago muchas cosas pero no me quedo en ningún sitio. No termino de sentirme a gusto en ningún lado ni con nadie, y es por eso que me siento desarraigada.
Es como si el mundo estuviera repartido y yo llego tarde a todos los colectivos; una especie de juego con un corro de sillas y música de fondo en el que al pararla yo fui la primera en quedarme sin sitio. Me sorprendió la facilidad y rapidez con la que se distribuyeron los grupitos los primeros días de universidad. Yo emigro periódicamente entre unos pocos de la facultad y otros de mi pueblo.
Ya no se trata solo del ocio, sino de la confianza. De poder contarle a alguien lo mal que me encuentro ese día por tal cosa personal, de lo que me estresa tal asignatura, de tal grupo de música que he descubierto o de lo fascinante que me parece lo que he estado leyendo ese día. Sé que dado mis gustos tan dispares es difícil que alguien sea capaz de poder aconsejar, ayudar, acompañar y escuchar sobre todas estas distintas cosas, pero miro a la gente y todos tienen SU grupo, SU amig@ del alma, SU garito de siempre...
Un día te das cuenta de que tu vida sentimental es un fracaso rotundo SIN REMEDIO Y SIN FUTURO, que no tienes amigos o que los que creías que eran tu alma gemela se han transformado tanto que no hay por dónde cogerla, que otros viven en pareja, o que otros siguen en su pubertad mental, que otros pasan de ti...
Creía que al llegar la universidad cambiaría;que encontraría mi panda de colegas con los que estar CASI SIEMPRE. Lo bueno de este curso es que ha servido para conocer mejor a gente que conocía desde hacía años y, a través de esta, recuperar la amistad con otros. Es lo poco que me queda, el "vamos a casa"; el único "nos" que oigo en este momento.
Caspar David Friedrich, Caminante sobre el mar de nubes. Imagen sobreexplotadísima por mí, pero muy propia para esta entrada.
Ah, Friedrich, querido amigo, qué bien me conoces...