Odio leer mi blog. Hoy he tenido la mala idea de volver y me avergüenzo tanto que no soporto leerlo.
Sigo cayéndome y rescatándome a mí misma día a día. Por suerte he decidido rodearme de personas, pero esta vez personas que me hacen bien.
Cuando creo haber salido del pozo, me vuelvo a resbalar, pero afortunadamente ocurre cada vez con menos frecuencia. Quizás sea porque la razón de mi dolor no está en mi vida ya; definitivamente no existe. Lo que me impulsa ahora es la inercia, un "vivir por vivir" sin más, sin esperar nada y sin dar demasiado. Estoy esperando a primero, recomponerme, y después, llenarme de vida de nuevo. Ahora soy un pelele movido por el capricho del viento sin dirección. Odio esa sensación de incertidumbre.
Nunca nada me volverá a vaciar de esa manera. Nunca más el mismo dolor. Y es más mi culpa, por lo que, conociéndome ya, aseguro que no volverá a ocurrir. No estoy cayendo en el tópico de "para la próxima ya sé quién no me conviene, y si caigo es mi culpa".
Mis ilusiones de siempre y para siempre han sido arrastrada con la última y todas han muerto. Así lo afirmo, me lo prometo, y lo advierto.
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