Necesito escribir porque necesito entenderme.
Lo que ha pasado en los últimos meses escapa a mi comprensión.
Decidí seguir para adelante. Tragarme todo ese amor que parecía solo quedaba dentro de mí y arrancarme al Hombre de Blanco de mis entrañas. Parecía mi compañero vital y yo esperé...y esperé...y no volvía. Así que con todo el dolor de mi corazón, decidí mirar para el frente y ser consciente de que estaba sola.
Tuve que hacerlo.
Y de repente, otro color. Es sorprendente la habilidad que tengo para ver colores nuevos, aun cuando todo alrededor es gris. Tonta, si ya sabías que existía desde hace tiempo. ¿Será necesidad? Me quise agarrar a él porque me sentía a gusto. Tal cual.
Y no lo voy a negar, aunque empezó como una broma, terminé queriendo que fuera verdad. No eran los primeros brazos a los que me lancé tras volver a ser yo sola. Era bonito, y sorprendente. Y me merecía volver a sentirme así, ¿no?
Pero, ¿así, tan fácil, cambiar de color?
No.
Teléfono.
- Pero, ¿por qué me has hecho esto? ¿Por qué después de ti nadie me va a querer? ¿Por qué me siento tan vacía? ¿¿Y POR QUÉ TE LO ESTOY CONTANDO A TI??
- He sido un idiota, yo he provocado esto. Voy a verte.
- No, no deberías.
- No estás bien. Voy.
- Sí, por favor.
Y estuvo conmigo, después de todo. Un día para consolarme mientras yo no sabía lo que estaba pasando. Me sentía mal por él, me sentía mal por mí, pero estaba segura de algo; necesitaba que estuviera allí.
- He sido un idiota. Pero sigo aquí, en realidad nada ha cambiado.
- No.
- Pero...
- No.
¿Tan fácil?
Todos los días, montaña rusa para desayunar. Dudas, por la mañana, reflexión por la tarde y reafirmación de mi posición por la noche y los fines de semana, cuando podía mirar para otro lado y lanzarme a descubrir la novedad.
Borra las fotos, deshazte de los recuerdos. Haz de tripas corazón y disfruta. Pero después del Hombre de Blanco, nada volverá a ser lo mismo. Lo sabes, has perdido la fe. ¿No ves, que además ni siquiera sabes de qué color es esto, que no brilla? Cierto. Pero calla, mira qué bonito lo que hay delante, disfruta, tonta, no le pongas nombre. La vida es así, la gente viene y va, y nada permanece, todo tiene su inicio, permanencia y final. Duele, se cura, eres feliz, y vuelve a doler. Y vuelta. Madurar es ser consciente de que desde el principio al final, solo estás tú. Tienes razón.
Mientras, el Hombre de Blanco volvía a manifestarse de forma intermitente.
- Hola, estoy aquí. Sigo aquí.
- Pero es que yo ya no estoy aquí.
Y no lo estaba, no estaba en el mismo lugar. Por aquí, sigue por aquí, que sí, que hay que ir por aquí, no te rindas. Pero algo falla. No estoy bien aquí. ¿Qué color es este, dónde me traes? ¿Y eso qué más da? Lo sabrás. No hay luz. No es necesario. ¿Y si estoy haciendo mal? No mires atrás, continúa.
- Sigo aquí. Te quiero.
- Y yo...pero no. No es lo mismo. No es igual. Sé feliz.
Silencio. Vacío.
Avión. 8 a.m.
- ¿Es muy pronto para que te despiertes y me pidas que me quede? Después, ya no habrá nada.
- Vete, no se te ha perdido nada aquí
Sigue para delante. ¿Por qué? Porque debes.
Y al final llegas a un sitio en el que no hay nadie. Que no funcionaba, que lo había soltado todo y no tenía nada de vuelta. ¿No debería llenarme, no debería estar bien? En fin, suerte que no has llegado ni a ponerle un nombre. Pues sí.
...mierda, ojalá y me dieran un masaje en la cabeza. Un abrazo, llorar, y un todo va a ir bien.
Silencio. Vacío.
Sabes que eso no puedes hacerlo. Era tarea de el Hombre de Blanco, y no está aquí.
Mierda.
Si estuvieras aquí...solo para abrazarme...
Solo lo piensas porque estás sola. No utilices a la gente. Ya no es igual.
Pero si...
Demasiado tarde.
¿Quizás me sentía vacía y me empeñé en buscar un color distinto? Probablemente. Yo sabía que no me hacía feliz, ¡lo sabía! Pero tenías que caer. ¿De nuevo? Las veces que hagan falta. Pero podría haber sido...No.
Creo que en el fondo me gustó porque era nuevo. Y parecía, parecía bueno. De hecho, lo ha sido, un poco, un ratito.
Y ahora estás lejos, muy lejos, sintiéndote solo, y dejando de quererme.
En el fondo sabes que te lo mereces.
Pues sí.
Vuelves a ser tú. Déjalo estar.